Me levanté temprano, hice mil cosas, me deshidraté por la ciudad, y son las cinco y media de la mañana y no puedo dormir. He leído casi doscientas hojas de El zorro (cada vez me gusta menos Isabel Allende), he visto tele, he jugado con el ordenador, he regado la terraza, puesto lavadoras, pintado una caja de madera, cargado los encendedores de la cocina, leído un manual de introducción a la pintura con acuarela, he cosido, he pensado qué hacer en otra noche de insomnio para que sea más productiva, he escrito emails para no quedar mañana por la mañana y aún no tengo sueño. No sé si salir y aullarle a la luna llena o empezar a cambiar las pilas de los relojes digitales que tengo sin hora o seguir leyendo la historia de El zorro ...
En la variedad está el gusto.