¡Qué bien que me lo he pasado! He cambiado el chip, me he relajado, he paseado bajo la lluvia, he hecho amiguitos de todos los países, incluído uno más dulce que lo más dulce que se pueda comer, me he sentido feliz a cada rato, no he tenido responsabilidades familiares ni laborales, he ido a mi aire, sin integrarme en ningún grupo especial, he cantado tres horas diarias, también he cantado en la calle con mis compañeros y en un teatro ante público de verdad, y con ganas y sin miedo y en buena compañía. No quiero sentirme mal ahora porque me hubiera gustado quedarme más tiempo o porque volvería a hacer las maletas y me iría unos meses a Sumatra, no es ilícito sentir eso ni siquiera hacerlo aunque no lo vaya a hacer. No me he integrado en el grupo catalán, qué le vamos a hacer, ya lo hice la otra vez que estuve y esta vez simplemente no surgió. Quiero ir también a Grecia y a Noruega y a Mozambique y hasta a Estambul (donde dije que no volvía hasta la jubilación) para ver de nuevo a mis a