Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2007

Rituales

Fijo que hoy fui la primera que se levantó, antes de las ocho, más que nada porque me dormí con mala postura y me duele mucho el brazo :-) Quería hacer un recordatorio del nuestro ritual 2007 que va a requerir puntualizaciones de los allá presentes por aquello de la memoria selectiva. 1. Se coge papel milimetrado, se corta con las manos, se escribe allí lo que queremos para el año siguiente, salvo Eva, yo, que tarda mucho y lo escribe en un post-it verde antes de que la agredan. 2. Se colocan nuestros papeles dobladitos en una maceta de barro y se riegan con Marie Brizard de hace cuarenta años y se queman. Como el efecto no es el deseado se va echando alcohol de 96º y ginebra de 50 años (no tenemos muy claro que el alcohol no caduque). Cuando se han quemado nuestros papelitos (más o menos) se abandonan en la maceta. Los post-it verdes son medio ignífugos. 3. Eva hace que hagamos figuritas con pasta de modelar sin mirar lo que hacemos (de allá hubiera estado bien una grabación) y gracia

Memento

Bien, lo reconozco, también soy musiquera, pero es algo que suelo apartar porque no me suele gustar la misma música que a la gente de mi generación, ni de una para abajo y para arriba. Dani y Amparo no me han dejado esta noche decir que no pertenecemos a nuestra generación, esto mientras Dani nos contaba una historia en la que nos transportaba a Saint Louis, Louisiana y a los orígenes del jazz. Todas las cervezas que he consumido han ayudado a recordar mis años de forofa musiquera, tengo todo en cassettes en casa de mis padres, qué tiempos los del walkman... Count Basie, Ella Fitzgerald, Nina Simone, Dizzie... Hacia las dos andábamos arreglando el mundo, con nuestros helados, bajo el fueguecito del fossar de les moreres. Perdona Richard por haberte abandonado para dar una vuelta, se nos pasó el tiempo callejeando o algún sortilegio paró el tiempo. Sin embargo, no llegamos a ser "les paumés du petit matin", nos falta práctica y nos sobra corazón.

Llamando a la tierra de las amapolas...

Siempre me han gustado las amapolas, de niña, en el pueblo de mi padre, me metía por las eras, a riesgo de que me picaran las ortigas y jugaba con ellas. Me gustan porque parecen de papel, porque siento que hacen compañía, porque me hacen viajar en el tiempo. Últimamente me he sentido sola, yo que siempre fui solitaria NUNCA me había sentido sola y creo que este sentimiento es directamente proporcional a la cantidad de gente que me rodea. No estoy deprimida, ni triste, ni enferma, ni cansada, ni estoy mal. No me pasa nada. No me molesta la gente ni pienso que estaré mejor si se van y agradezco que me hagan salir y que se preocupen por mí. No tengo que dar explicaciones... pero siento que puedo escribir esto para los cuatro gatos que me leen y a los que nunca llamo ni les digo que me importan. Da igual que ni siquiera tenga sentido, sólo quería decir que sois mis amapolas gigantes y que no me molestáis nunca y, aunque desaparezca, con una mirada nos hablaremos lo que no contamos, con un