
Así que para evitarlo, cuando construían las casas, añadían a sus chimeneas una piedra porosa que traían de Cataluña porque pensaban que las brujas quedarían atrapadas en sus entresijos y no podrían entrar en el interior. Y de ahí su nombre.
Las "espantabrujas" de ahora son meras reproducciones de las antiguas porque ahora ya saben que cualquiera que acercara el oído a esas esbeltas chimeneas de piedra podía escuchar las conversaciones que se entablaban en el interior de las casas, fueran o no brujas. Ahora están de adorno, para que acudan turistas a hacer fotos y soñar con los tiempos en que se aún se creía en cuentos de hadas.
¿Se podrían poner en un blog?
Comentarios
Qué pena no haber acabado caminos...