He intentado pensar lo mínimo, olvidarme de todo y hacer cosas que hace tiempo que pensaba hacer, me compré una máquina de coser y le hice una funda con tela de Ikea, que aún he de planchar (eso no me apetece tanto). También fui al Primark de Barcelona, donde hay ropa desde 50céntimos y compré un bolso floreado de 2€ con unas asas de polichinapiel que brillan como pocas... y que reemplacé con un patchwork hecho con los bajos de los tejanos que corté. He salido muy poco y he visto a muy muy poca gente, así que he recuperado gran parte de los 30kg que perdí y en septiembre vuelvo a la megadieta. Ya tengo una nevera nueva en la que poner la poca comida que voy a comer los próximos doce meses, he puesto cable en casa y ahora puedo ver montones de teleseries (también he aprovechado las vacaciones de mis padres para ponérselo a ellos y actualizar su ordenador) he instalado riego por goteo en la terraza porque no consigo recordar eso de regar las plantas en verano y para no derrochar agua a manguerazo limpio, tengo un trabajo de investigación por acabar (y casi por empezar) sobre plataformas virtuales en la enseñanza y, sorbo a sorbo, me voy bebiendo el café que regularmente viaja, cuidadosamente envuelto, ultramar hasta mi casa.
Me siento una apandadora, una apandadora afónica porque sueno ronca, pero una apandadora. Por la mañana me visto de algodón con casi lo primero que pillo limpio, aunque suelo comprar todo conjuntado entre sí para no tener que sentirme demasiado disfrazada, no me maquillo, no uso cremas, casi ni me peino (mi peluquera se merece el cielo por conseguir un corte que no necesite peine) y salgo hacia el colegio. Me paso la semana ideando maneras de cambiar de trabajo, no paro de oir sobre la suerte de ser funcionaria, de tener un trabajo estable, de acabar a las cuatro, etc. y yo me siento una apandadora porque me paso la vida queriendo escapar de este mundo laboral y no lo consigo. Y este año estoy bien, salvo que me quedo sin voz, la otorrino me dice que me paso la vida en tensión, que el trabajo no ayuda, que fuerzo la voz, que los nervios me dan acidez y que tendría que cambiar de trabajo. El otro día me dijo, empezaste dando clases de COU de tu especialidad, podías enseñar conocimien
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